En España, el consumo de bollería y ultraprocesados ha aumentado en los últimos años, sobre todo en niños y adolescentes.

Según la Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), más del 40 % de los escolares consume este tipo de productos varias veces a la semana. El problema es que, aunque sacian rápido, no alimentan: aportan calorías vacías, exceso de azúcares y grasas poco saludables.

Frente a eso, las uvas sin semillas Moyca, cultivadas en Murcia, están demostrando que la fruta puede ser igual de atractiva, práctica y sabrosa que cualquier snack envasado. Y lo mejor: lo hacen cuidando la salud y fomentando hábitos más mediterráneos.

El problema de los ultraprocesados

No es casualidad que cada vez veamos más bollería, galletas o gominolas en los recreos, fiestas de cumpleaños y meriendas rápidas.

Son productos diseñados para atraer a niños y adultos: envases llamativos, sabores intensos y precios accesibles. Pero bajo esa apariencia se esconde un riesgo.

La OMS advierte que el consumo habitual de ultraprocesados está asociado con un mayor riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y problemas cardiovasculares.

En España, la Fundación Española de la Nutrición estima que más de la mitad de los adultos tiene exceso de peso, y los malos hábitos de alimentación son una de las principales causas.

Uvas Moyca: dulzor natural sin artificios

Cuando un niño muerde una uva Cotton Candy, la reacción es casi siempre la misma, sorpresa y alegría. Es dulce como un caramelo, pero no tiene azúcar añadido.

Lo mismo ocurre con otras variedades de Moyca: el dulzor no necesita artificios porque viene de la propia naturaleza.

A diferencia de una chocolatina o una galleta industrial, la uva aporta frescura, agua y nutrientes esenciales. Además, la ciencia lo respalda: entre el 70–80 % de su composición es agua, y contiene resveratrol y polifenoles, antioxidantes que la Harvard T.H. Chan School of Public Health vincula con beneficios cardiovasculares y de envejecimiento saludable.

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El snack ideal para toda la familia

En un mundo lleno de opciones procesadas, los padres buscan alternativas reales y convenientes para el día a día. La uva de mesa se está convirtiendo en el aliado perfecto para ese desafío: combina sabor, frescura y practicidad en cada racimo. Sin residuos, sin envoltorios, sin complicaciones.

Versatilidad y conveniencia: A diferencia de la bollería, que suele reservarse para la mañana o como capricho puntual, la uva encaja en cualquier momento: es fácil de llevar, se puede comer sin manos, y gusta por igual a pequeños y mayores.

La fruta se transforma de “obligación” en snack favorito gracias a su formato natural.

Un hábito que va en alza todo el año: Un análisis de Mercados Centrales de Abastecimiento (Mercasa) indica que el consumo de uvas de mesa per cápita en España ronda los 2,1 kg al año, con un gasto medio estimado entre 4,4 y 5,1 € por persona.

Aunque existe una clara estacionalidad (el consumo se dispara en octubre y diciembre), la tendencia apunta hacia una incorporación más estable durante todo el año, gracias a envases prácticos y comercialización continua.

Momentos familiares ideales:

  • Para el recreo: un tupper sin líos que se come en segundos.
  • Después del deporte: energía natural, sin picos de azúcar.
  • Tardes de peli: una alternativa fresca y ligera frente a palomitas o chips.
  • Reuniones y cumpleaños: brochetas divertidas que gustan a todas las edades.

Las uvas Moyca destacan por ser fáciles, nutritivas y deseadas por toda la familia. Su formato natural, sin semillas y siempre listas para comer, las convierte en un snack práctico que se adapta a cualquier momento del día: en el recreo, después del deporte o en reuniones familiares.

A esta comodidad se suma su valor nutricional: agua, fibra, antioxidantes y vitaminas que aportan energía ligera y saludable.

Cada vez más consumidores eligen frutas frescas frente a ultraprocesados, y las uvas Moyca se consolidan como una alternativa real, deliciosa y versátil para quienes buscan cuidar su alimentación sin renunciar al sabor.

Cómo hacer que los niños se enganchen a la fruta

Convencer a los peques de que coman fruta no siempre es fácil. El marketing de las galletas y los dulces juega con colores, personajes y diversión. ¿Por qué no hacer lo mismo con la fruta?

Si transformamos el momento de comer uvas en un juego o en una actividad creativa, la experiencia cambia por completo. Estudios en psicología infantil muestran que los niños aceptan mejor alimentos saludables cuando participan en su preparación o cuando se utilizan estímulos lúdicos, convirtiendo la fruta, así, de una obligación en un premio.

1. Juego sensorial: el poder del tacto y la exploración

Tocar, oler e incluso jugar con la fruta antes de comerla puede aumentar significativamente la aceptación. Un estudio sobre sensory play demostró que los niños que interactuaban con frutas a través de actividades táctiles mostraban mayor disposición a probarlas después.

2. Storytelling mágico: conectar con la imaginación

Una investigación de la Universidad Humboldt (Berlín) reveló que un cuento breve donde las frutas y verduras tenían propiedades mágicas logró que el 80 % de los niños eligiera opciones más saludables hasta 3 semanas después.

3. Gamificación: recompensas sin presiones

Los “serious games” o juegos educativos han demostrado eficaces. Un experimento llamado FIT Game logró aumentar el consumo de frutas y verduras en niños a corto y largo plazo sin afectar su motivación intrínseca. Asimismo, una revisión concluyó que la gamificación promueve comportamientos alimentarios más saludables en jóvenes de entre 10 y 24 años.

4. Co-creación en la cocina: fomentar autonomía

Agregar a los niños en la elaboración de recetas también genera resultados: el programa Squire’s Quest II permitió que niños de 9 a 11 años escogieran y elaboraran recetas saludables, lo que incrementó su consumo de frutas y verduras en casa.

5. Exposición repetida, sin presión

La aceptación de nuevos alimentos mejora con el tiempo: estudios sugieren que ofrecer un alimento hasta 10–12 veces puede facilitar su aceptación, siempre sin forzar su ingesta.

6. Sensory play en preescolares: menos rechazo, más curiosidad

Un programa educativo sensorial implementado en guarderías mostró que los niños que interactuaban con frutas a través del juego táctil reducían su neofobia alimentaria (miedo a probar alimentos nuevos).

Beneficios que marcan la diferencia

Mientras un bollo puede aportar 200–300 calorías con poco más que azúcar y grasa, un puñado de uvas ofrece vitaminas, fibra, antioxidantes y agua. La diferencia es abismal.

Según la Fundación Española de Nutrición, una ración de uvas (unos 150 g) aporta casi el 10 % de la fibra diaria recomendada y antioxidantes clave para el sistema inmune. Además, gracias a su índice glucémico moderado, son una fuente de energía ligera que no provoca los picos y bajones de azúcar típicos de los ultraprocesados.

Cambiar un hábito tan simple como sustituir la bollería por uvas en la merienda tiene un impacto enorme a largo plazo.

La OMS recomienda consumir al menos 400 g de frutas y verduras al día, pero en España el promedio apenas alcanza los 290 g, según datos de la AESAN.

Incluir uvas en el desayuno, en el recreo o como postre de la cena no solo ayuda a cumplir con esa recomendación, también reduce el consumo de productos cargados de azúcares añadidos y grasas trans. Un gesto pequeño que, repetido, construye salud.

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Queremos saber de ti

En Moyca creemos que la fruta no solo se disfruta, también se comparte. Por eso queremos escuchar tu experiencia: cómo consumes las uvas en tu día a día, si ya has cambiado alguna merienda ultraprocesada por fruta o cómo reaccionaron tus hijos la primera vez que probaron nuestras variedades exóticas.

Compartir estas historias es una manera de inspirar a otras familias a dar el mismo paso hacia un estilo de vida más natural y saludable.

¿Has cambiado ya algún snack ultraprocesado por uvas? ¿Cómo reaccionaron tus hijos o tu familia? Cuéntanoslo en los comentarios.